Un día feliz

2 de agosto
Narbona (Francia) - Bourg d´Oisans (también)
609 kms







Por la mañana hago un poco de turismo por la romana Narbona. Está chulo este sitio. En cualquier lugar te plantan unas flores (y las cuidan y riegan, claro, si no de qué) para que luego vayas tú con tu moto y hagas unas fotos. Son simpáticos estos franceses tan romanos.







Y antes de entregarme, de nuevo, a la aburrida autopista que me acercara a los montes Alpes, me asomé al mar otra vez (se supone que está allí, al fondo) y a los viñedos de la zona, que son muchos y molan un montón.








Y cuando me doy cuenta ya estoy rodeado de carriles. Hay mucho tráfico. A ratos en forma de caravanas y atascos. A mí no me gusta mucho ir a donde va todo el mundo, pero mucho menos me gusta ir cuando va todo el mundo. Me temo lo peor para mis vacaciones.
Así las cosas, en cuanto tengo oportunidad, paro, me relajo y hago unas fotos. Como en Nimes.






A estas alturas de viaje empiezo a ver bastantes motos, algunas de ida y otras de vuelta. Algunos vamos a los Alpes y otros vuelven. Es una peregrinación, porque a los Alpes hay que ir alguna vez en la vida si tienes una moto, eso se sabe aquí y en la Conchinchina. 
Coincido varias veces con algunos moteros (de los que van, claro). Unos españoles en una LT con poca conversación, por lo que hablo poco con ellos; una francesa que viaja sola en su yamaha y es más simpática que unas castañuelas, por lo que hablo con ella hasta que la aburro.
Y así, mosqueado entre atascos y sonriente entre charlas llega uno a Marsella y toma el desvío hacia Grenoble. Y te digo yo que tu vida cambia porque el muchillón de coches que iban en mi misma dirección o se van todos a la playa o van todos por autopista hasta el Stelvio, no sé bien, pero te aseguro que me quedé solo, solito, solo.
Y lo mismo pasó cuando me acercaba al lago de Serre Ponçon. Se ve que no hay muchos más lugares para pegarse un baño por la zona.
Apunto volver a Sisteron con más tiempo. Que pueblo más chulo, oiga.












Pero al llegar a Briançon la cosa se pone seria. Ya hay montañas mires a donde mires. Hay ciclistas pases por donde pases. Hay moteros hagas lo que hagas.
Y ya estás en los Alpes.
Y como estás en los Alpes te pones a subir puertos chulos, que, no lo olvides, a eso has venido.
Y subes Lautaret.








Y desde allí accedes al mítico Galibier. Un puerto chulo, chulo, de gran historia ciclista, alpinista y motociclista. Vamos, que mola un montón subir hasta allí, una semana después de que pasara escapado Alberto Contador.
El asfalto y las curvas, en ocasiones, te permiten ir rápido, en otras, te aconsejar ser prudente. El paisaje es, continuamente hermoso.











Y sin dejar de sonreír uno se pira del Galibier, uno se pira a Alpe D´Huez. Desde el punto de vista motero no es un puerto muy conocido pero, a poco que te gusten las bicicletas lo conocerás.
No es el puerto más duro, ni el más alto, ni largo, tampoco es el más bello, pero... Alpe D´Huez es mágico. La carretera está esculpida en la montaña de manera abstracta, con 21 curvas de herradura, numeradas y dedicadas a cada uno de los ciclistas que han ganado en su cima en la disputa del Tour de Francia. Coronar el puerto leyendo cada cartel, recordando cada carrera, envidiando a cada ciclista, a última hora de un día cualquiera de agosto es capaz de dejarte agujetas en los mofletes de tanto sonreír.











Y como no sé explicarte lo que yo sentí allí, no te lo voy a explicar. Así que bajé a Bourg d´Oisans y decidí dormir en el Gran Hotel George V. Como no había ninguno llamado así, me quedé en el camping que está a cien metros del principio de la subida. 
Hacía años que no dormía en un camping. Mi tienda de campaña ha viajado por media Europa, pero estaba sin estrenar. Acostumbro a llevarla por seguridad. Así que aluciné con la de cosas que tiene una tienda (de campaña), me pegué un baño alucinando con las cumbres alpinas (vaya platos para el primer día), me tomé unas cuantas birras fresquitas que me hicieron alucinar y escuché un concierto de unos tipos que no sabían ninguna de los Burning y que, además, era alucinante lo mal que tocaban.









No sé qué tiene Alpe D´Huez que me hace tan feliz